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Salvador Jiménez, un humanista gestor del deporte 

  13/06/2017 14:17


No por esperada ha sido menos dolorosa la muerte de Salvador Jiménez Rodríguez, para quienes hemos tenido la inmensa suerte de compartir su amistad ha sido como diría el gran Miguel Hernández, con quien iniciamos estas líneas, un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible, pues aun en su dura y larga enfermedad, siempre nos dio con su ejemplo y vitalidad, fuerza para hacernos creer que seguiría junto a nosotros mucho más tiempo.

De su trayectoria profesional en su dilatada hoja de servicios, no seremos nosotros sus amigos, quienes vayamos a añadir más a lo mucho y bueno que se ha dicho de quienes nos han precedido, pues como diría Juan Manuel Serrat: “ es muy largo el camino para mirar atrás”, el de Salva larguísimo; pero, si hay una reflexión intensa a lo que ha sido su trayectoria, hemos de destacar que de todas sus actividades profesionales se le ha reconocido su excelente labor –Junta de Andalucía, Ayuntamiento de Granada, Diputación Provincial de Granada, Universidad, Asociación de Gestores Deportivos de Andalucía, Asociación de la Prensa Deportiva, Real Orden al Mérito Deportivo…-, lo cual obedece no sólo a su muchísima competencia profesional sino  también, y de eso vamos a hablar, a su grandes cualidades humanas, de ahí que lo califiquemos como un humanista de la gestión del deporte, quien como los hombres del Renacimiento supo inocular, en este caso en las rígidas estructuras deportivas, los planteamientos más avanzados en la relación entre el hombre y la sociedad, gracias al profundo conocimiento que, sin desmerecer un ápice  su infinita sabiduría, tenía del ser humano, al que también quiso estudiar desde los conocimientos de la medicina, una de las razones además de su mujer Carmela, por las que se trasladó desde Ciudad Real donde estaba destinado tras terminar sus estudios en Madrid a Granada, anhelo que no pudo culminar por la numerosas tareas públicas que se le fueron encomendando y que desarrollaría con tanto éxito.

Así por nuestra parte, queremos hablar de las virtudes de Salva, quizás más ocultas ante el público, representado por los miles de usuarios de los servicios deportivos que ha dirigido, sobre todo los del Patronato Municipal de Deportes de Granada, cuyos aciertos en la planificación y racionalización de los mismos fueron receptores directos, y quizás no sepan, pues no se pone en el currículo, aunque como es su caso sean muy evidentes, es que, como los buenos cantaores de flamenco, él nació en Lucena (Córdoba) para pasar la mayor parte de su vida,  cuarenta años, en Granada, dominando todos los palos, en este caso en el ámbito deportivo: la educación física, el deporte escolar, el deporte recreación, el deporte federado, la gestión deportiva, la docencia universitaria…, cualidades que siempre han hecho de él una persona sabia y prudente a la hora de opinar y tomar decisiones, convirtiéndolo en un auténtico hombre humanista en sus facetas de gestor, con su sempiterna sonrisa siempre era al último en cerrar, como tantas veces protestaron los vecinos del segundo piso del edificio de la Avenida Madrid nº 3, donde se encontraba la Delegación provincial del Consejo Superior de Deportes, y después los Servicios de Deportes de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía (antigua Casa del Deporte 3ª planta), pues más de una vez daban las tantas de la madrugada y Salva con su equipo ultimaba los flecos de la actividad inminente.

De trato abierto y exquisito, creía firmemente en los valores humanos de forma integrada: libertad, tolerancia, independencia, apertura, etc.; en definitiva, en el desarrollo de las cualidades esenciales del ser humano, piezas fundamentales para lograr el éxito en la gestión, convirtiéndolo en un innovador sin precedentes –sobre todo en las actividades deportivas en la naturaleza, instalaciones como los campamentos de la Alfaguara y de los Bermejales recibieron su impronta-  lo cual pueden afirmar  todos los que  han tenido  la suerte de trabajar con él. Pero sin lugar a dudas, de todas su virtudes, destacaríamos la habilidad, precisamente por creer en las personas, de hacer amigos, hasta el punto que no he visto nunca en nuestra vida, una persona que haya ejercido tantos años de jefe y tenga tantos amigos, por supuesto además de los amigos de siempre que ha cuidado como si tratara de un  primoroso jardín.

Es tanto el dolor  que tenemos sus amigos que, como  diría el poeta alicantino,  por doler nos duele hasta el aliento, si bien nos reconforta saber que en la montaña, en los campamentos, en las noches de vivaqueo, en las largas travesías, en la tabla de wind surfing, en los descensos por las pistas de esquí y en algún que otro refugio o albergue nos encontraremos con tu alma colmenera que pajareara entre nosotros, de lo que le daremos cuenta a Carmela tu mujer y a tus hijos Salvador y Carmen.

Gracias, querido Salva, por todo lo que nos has enseñado y, sobre todo, por la honestidad con la que has ejercido tu profesión y pasado por la vida, la cual no solamente deja huella en el deporte, sino también en la propia existencia, quizás más importante. ¡Que nos llenen!


Ignacio Jiménez Soto. Director de la Cátedra de Derecho del Deporte de la UGR

 

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